Descubren un nuevo superpoder de la vacuna contra la gripe

La vacuna antigripal reduce drásticamente la mortalidad por bacterias secundarias como el neumococo.

Cuando pensamos en la vacuna de la gripe, lo habitual es verla como una barrera exclusiva contra el virus. Sin embargo, la ciencia acaba de confirmar que su alcance es mucho más ambicioso. Un estudio reciente, liderado por la Facultad de Medicina Icahn de Mount Sinai y con una importante participación española del Instituto de Salud Carlos III y la Universidad CEU San Pablo, ha puesto sobre la mesa una realidad clave: vacunarse contra la gripe también salva vidas frente a las bacterias.

No es un detalle menor. En plena temporada de virus respiratorios, el verdadero peligro para los pacientes de riesgo —como mayores o inmunodeprimidos— no siempre es el virus en sí, sino lo que viene después. Las infecciones bacterianas secundarias, especialmente las causadas por el Streptococcus pneumoniae, suelen ser las responsables de las complicaciones más graves y de un alto índice de mortalidad. El virus debilita el terreno y la bacteria aprovecha para dar el golpe de gracia.

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Cifras que cambian el pronóstico

El trabajo, publicado en el Journal of Virology, utilizó modelos de ratones para observar cómo reacciona el cuerpo ante una coinfección. Los resultados son, cuanto menos, esperanzadores. Con una sola dosis de la vacuna trivalente, la mortalidad en casos de infección simultánea por virus y bacteria cayó de un preocupante 50% a un 15%.

Pero lo más impactante se vio en las llamadas "superinfecciones", esas que aparecen apenas una semana después de haber contraído el virus. En estos escenarios, donde la mortalidad suele ser del 100%, la vacunación logró recortar esa cifra a la mitad. Es decir, incluso cuando la vacuna no evita el contagio inicial, le otorga al organismo las herramientas necesarias para que una infección potencialmente letal se convierta en algo manejable.

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Un sistema inmunitario bajo control

¿Qué ocurre exactamente dentro de los pulmones? La investigación detalla que la vacuna no solo reduce la carga viral y bacteriana, sino que actúa como un regulador del caos. Cuando el cuerpo se enfrenta a estos patógenos sin protección, la inflamación suele descontrolarse, dañando los tejidos sanos. 

En los sujetos vacunados, se observó una respuesta mucho más equilibrada: se evitó la pérdida de macrófagos alveolares (los "limpiadores" del pulmón) y se frenó la infiltración excesiva de neutrófilos, evitando que el pulmón colapsara por su propia defensa.

Investigadores como Juan García-Bernalt y Estanislao Nistal subrayan que este hallazgo refuerza la importancia de la vacunación como una herramienta preventiva integral. No se trata solo de evitar unos días de fiebre, sino de impedir que el sistema inmunitario se desmorone ante la llegada de bacterias oportunistas.

Como bien señala el experto Jordi Ochando, este estudio es una prueba más de la necesidad de entender la "inmunidad entrenada". Vacunarse es, en esencia, darle al cuerpo un manual de instrucciones para que sepa cómo reaccionar ante el peligro sin autodestruirse en el intento. 

La ciencia ahora mira hacia adelante, buscando confirmar estos mismos mecanismos en humanos para consolidar una estrategia que, año tras año, sigue demostrando ser nuestra mejor baza contra el invierno. Con datos de Europa Press.