Fraude en SeNaSa: el golpe invisible a los prestadores de salud

El impacto humano se extiende a clínicas, médicos y servicios que sostienen el sistema

Santo Domingo.- El fraude en el Seguro Nacional de Salud (SeNaSa), calificado por el Ministerio Público como la operación de corrupción más grave del país, no solo ha dejado una estela de sufrimiento humano y desconfianza institucional. A ese impacto directo sobre los afiliados debe sumarse otro eslabón del sistema que ha sido golpeado de manera silenciosa: los prestadores de salud.

Clínicas, hospitales privados, médicos y centros especializados que dependen de la estabilidad financiera del seguro han visto cómo la corrupción erosiona la confianza en los pagos, retrasa procesos y compromete la sostenibilidad de sus servicios. El fraude no se limita a cifras contables; afecta la capacidad de respuesta de quienes, día a día, sostienen la atención médica.

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Una cadena institucional que falló

Zoraima Cuello, vicepresidenta del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), subrayó que el caso evidencia una incompetencia de gestión que involucra a la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales (SISALRIL), el Consejo Nacional de la Seguridad Social (CNSS), el Gabinete de Salud, la Cámara de Cuentas y los comités internos de control. Todos llamados a detectar alertas tempranas, pero que no cumplieron su rol.

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“Si un esquema irregular operó durante años sin una sola alarma, la cadena institucional no cumplió sus funciones básicas: los controles internos, la regulación, la supervisión financiera y el Gobierno en su responsabilidad indeclinable de garantizar que estas instituciones cumplieran su función”, señaló Cuello.

Prestadores en riesgo

El fraude no solo quebró la confianza de los afiliados, también dejó a los prestadores expuestos. Clínicas y médicos que dependen de la puntualidad en los pagos enfrentan retrasos, incertidumbre y la amenaza de insolvencia. La corrupción, al desviar recursos, limita la capacidad de inversión en equipos, personal y servicios, generando un círculo vicioso que repercute en la calidad de la atención.

La vicepresidenta del PLD lo resumió con crudeza: “El impacto en la salud no se corrige con dinero ni se repara con prisión. Lo que se ha quebrado afecta la seguridad humana, la dignidad de miles de personas y la confianza en las instituciones”.

Una traición a la vocación de cuidar la vida

Durante cinco años, según Cuello, se sostuvo una estructura que comprometió el bienestar de miles de personas sin que nadie detuviera las afectaciones. “Esto no es simplemente un caso de corrupción: es una traición a la vocación más noble y un quiebre moral que golpea directamente a quienes confiaron en esta aseguradora para preservar su vida”, afirmó.

Los prestadores de salud, invisibles en la narrativa pública, cargan también con el peso de esta crisis. La falta de recursos y la incertidumbre financiera se traducen en servicios limitados, personal desmotivado y pacientes que reciben una atención cada vez más precaria.

El daño irreparable

Cuello concluyó que el caso SeNaSa “no es un fraude contable. Es una cadena de sufrimientos reales, silenciosos y no registrados, que alteraron la vida”. Y agregó: “Los recursos pueden recuperarse; la vida alterada, no”.

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En esa cadena de sufrimientos, los prestadores de salud representan un eslabón clave: sin ellos, el sistema no funciona. El fraude, por tanto, no solo quebró la confianza de los asegurados, sino que debilitó la columna vertebral de la atención médica en el país.