El arte como medicina: la nueva apuesta del Minerd en Boca Chica

Educación y Cultura impulsan terapias artísticas para jóvenes en rehabilitación.

En el corazón de Boca Chica, donde el bullicio turístico suele ser el protagonista, existe un refugio de silencio y esfuerzo llamado la Fundación Centro de Restauración y Rehabilitación “Dios es fiel”. Allí, el pasado miércoles 17 de diciembre, el aire se sintió distinto. No fue solo el cierre de un año institucional; fue el anuncio de una balsa de rescate hecha de libros, versos y guitarras.

El Ministerio de Educación (Minerd), a través de su Departamento de Cultura y Cultos, ha decidido cambiar el enfoque tradicional de la asistencia para apostar por la terapia artística y el fomento de la lectura como ejes centrales de la reinserción social de jóvenes en situación de vulnerabilidad.

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Un plan concreto para el 2026: Más que simples talleres

El doctor Javiel Elena Morales, encargado del Departamento de Cultura y Cultos, fue claro al definir la hoja de ruta. Para el Minerd, el 2025 cierra con promesas cumplidas, pero el 2026 se perfila como el año de la ejecución sistemática en los centros de rehabilitación.

La estrategia no se limita a visitas esporádicas. El plan anunciado contempla:

 * Puntos de Lectura: Creación de bibliotecas básicas dentro de los centros.

 * Escritura Creativa: Talleres de poesía, cuento y décimas para que los jóvenes narren su propio proceso de transformación.

 * Participación en Concursos: Plataformas para que el talento de estos jóvenes sea visibilizado a nivel nacional.

“Todas las instituciones que hoy están aquí lo hacen para que ustedes desarrollen los talentos que tienen, quizás ocultos. Sabemos que existen y para eso estamos aquí”, afirmó Elena Morales, con un tono que buscaba conectar con la dignidad de los internos más que con su condición de pacientes.

El poder de la palabra y la música en la rehabilitación

La jornada tuvo momentos de alta carga emocional. El maestro y gestor cultural Valentín Amaro rompió la rigidez del protocolo al declamar “Si alguien quiere saber cuál es mi patria”, de Pedro Mir. Fue un recordatorio de que la identidad y el sentido de pertenencia son los primeros ladrillos que se deben colocar en la reconstrucción de una vida.

Por su parte, el cantautor Claudio Cohen transformó el auditorio en un espacio de celebración. Con su guitarra y temas emblemáticos como “Siéntelo”, Cohen no solo ofreció un concierto, sino que se integró como parte del equipo técnico que acompañará estos procesos.

Su participación subraya una realidad científica: la música activa áreas del cerebro vinculadas al placer y la resiliencia, fundamentales en procesos de desintoxicación y cambio conductual.

Alianzas estratégicas: Un frente unido

El apoyo anunciado por el Minerd no es un esfuerzo aislado. La actividad evidenció una articulación interinstitucional que pocas veces se ve con tanta fluidez:

 * Consejo Nacional de Drogas (CND): Coordinando el monitoreo y las terapias ocupacionales.

 * Ministerio de Agricultura: Aportando recursos para la sostenibilidad y proyectos vinculados a la tierra.

 * Fundación Pro Dominicana: Respaldando la formación tecnológica de los internos.

Herminia Arias, del CND, y Osmar Jiménez coincidieron en que la solidaridad es el motor de la rehabilitación. No se trata solo de "limpiar" el organismo, sino de llenar ese vacío con herramientas útiles para la vida.

Una inversión en capital humano

Para los jóvenes de los centros de La Caleta y Boca Chica, el anuncio de estos programas representa una validación de sus capacidades. Luis de la Cruz, asesor del Ministerio de Agricultura, fue enfático al señalar que los internos son los verdaderos protagonistas de este proceso de cambio.

El cierre del evento, cerca del mediodía, dejó una sensación de esperanza tangible. Con la creación de los Puntos de Lectura y la llegada de facilitadores culturales a partir de enero, el Minerd reafirma que la educación no se queda solo en las aulas tradicionales, sino que llega allí donde el ser humano más necesita ser rescatado.

La cultura, finalmente, se revela en Boca Chica no como un adorno, sino como una herramienta de transformación social que devuelve la voz a quienes creían haberla perdido.