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Tipo de cambio en RD: estabilidad, mercado y señales de fondo

| | 5 min read
La divisa estadounidense se dispara frente al peso dominicano, afectando el mercado local.

La flotación cambiaria gana espacio tras la pandemia y refuerza la confianza

Santo Domingo. – La discusión sobre el tipo de cambio ha vuelto al centro del debate económico dominicano. No por una crisis, sino por una paradoja: en medio de choques externos, inflación importada y tensiones financieras globales, el peso dominicano ha mostrado un comportamiento más flexible, con mayor volatilidad, pero sin episodios de desorden ni depreciaciones abruptas. Esa combinación —más movimiento, menos sobresaltos— dice mucho sobre cómo ha cambiado el mercado cambiario del país desde la pandemia.

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En un informe escrito por Elisa Vilorio de Painter, Ph.D y Julio Andújar Scheker, Ph.D, en Página Abierta, divulgado por el Banco Central de República Dominicana, se consigna que el 2020, la economía dominicana ha tenido que navegar disrupciones globales severas: cadenas de suministro fracturadas, contracción económica, alzas de precios internacionales y una política monetaria global más restrictiva. Aun así, subrayan, el mercado cambiario ha funcionado como amortiguador, respaldado por fundamentos macroeconómicos sólidos y una política monetaria que ha ganado credibilidad con el tiempo.

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Ese desempeño no pasó inadvertido. El Fondo Monetario Internacional reclasificó recientemente el régimen cambiario de República Dominicana como de “flotación”, una señal clara de que el tipo de cambio responde cada vez más a la oferta y la demanda, con menor intervención discrecional del Banco Central. En economías con metas de inflación, esa es una pieza clave del engranaje.

Más volatilidad, menos miedo

Desde 2012, cuando el país adoptó formalmente el esquema de metas de inflación, el Banco Central dejó atrás cualquier objetivo cambiario rígido. La tasa de política monetaria pasó a ser el instrumento central, mientras que las intervenciones cambiarias se reservaron para momentos de volatilidad excesiva.

En los primeros años, el manejo fue cauteloso. Entre 2012 y 2019, la volatilidad cambiaria promedio fue baja, apenas 1.1 %, en parte porque se buscaba proteger la credibilidad de una estrategia todavía nueva. Tras la pandemia, ese margen se amplió: entre 2020 y 2025 la volatilidad subió a 4.4 %. Pero lejos de ser una señal de debilidad, el dato refleja que el mercado está absorbiendo mejor los choques externos.

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Lo más revelador es que esa mayor volatilidad no se tradujo en una mayor depreciación. De hecho, la tasa anual promedio de depreciación bajó de 3.6 % antes de la pandemia a 2.95 % en el período posterior. En otras palabras, el peso se mueve más, pero pierde menos valor en promedio. Para una economía abierta, esa es una señal de madurez.

Menor traspaso a precios

Uno de los cambios estructurales más importantes ha sido la reducción del efecto del tipo de cambio sobre la inflación. En 2012, casi el 70 % de una variación cambiaria se trasladaba a los precios en un año. En 2025, ese traspaso ronda el 27 %. La diferencia es enorme y explica por qué hoy el Banco Central puede permitir que el tipo de cambio fluctúe sin poner en riesgo la meta inflacionaria.

Esa menor sensibilidad también refuerza la credibilidad del esquema monetario. El mercado entiende que el tipo de cambio no es un ancla artificial, sino una variable que reacciona a los choques externos mientras la inflación se mantiene bajo control.

Flujos que sostienen el mercado

En un contexto global marcado por la caída de la inversión extranjera directa, República Dominicana ha ido a contracorriente. Mientras la IED mundial se redujo de forma significativa en la última década, en el país pasó de representar 3.1 % del PIB en 2015 a 3.6 % en 2024, con proyecciones aún mayores para 2025.

A eso se suman remesas récord, ingresos turísticos robustos y una oferta de divisas que sigue creciendo. Solo en 2025, el flujo total de divisas podría rondar los USD 46,000 millones. Con ese respaldo, no sorprende que la depreciación acumulada del tipo de cambio este año sea menor que la observada en 2024, pese a un entorno internacional todavía incierto.

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El riesgo país también acompaña. El EMBI dominicano ha seguido bajando hasta ubicarse cerca del promedio de los países latinoamericanos con grado de inversión, lo que reduce el costo del financiamiento externo y refuerza la estabilidad financiera.

Instituciones y expectativas

Más allá de los números, hay factores menos visibles que pesan igual o más. La baja dolarización del sistema financiero, la exposición limitada del sector privado a deuda en moneda extranjera y un marco regulatorio cambiario más robusto reducen la vulnerabilidad ante movimientos bruscos del tipo de cambio.

A noviembre de 2025, las reservas internacionales superaban los USD 14,200 millones, equivalentes a más de cinco meses de importaciones. Bajo los criterios del FMI, el país cuenta con un colchón suficiente para enfrentar episodios de volatilidad que no respondan a fundamentos.

Un mercado que aprendió a moverse

El mensaje de fondo es claro: las fluctuaciones cambiarias recientes no son una anomalía, sino parte natural de un régimen de flotación que funciona. La clave hacia adelante será sostener la credibilidad del esquema de metas de inflación, vigilar los riesgos financieros y preservar los flujos de divisas que han sido el ancla silenciosa de la estabilidad.

En un mundo más incierto, el tipo de cambio dominicano no promete quietud absoluta. Lo que ofrece es algo más valioso: capacidad de ajuste sin perder el equilibrio.

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José Tejada Gómez

José Tejada Gómez

Estudió en la Universalidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Periodista, fundador y director de DiarioDigitalRD. Ex presidente del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) y de la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte) Contacto: josetgomez@diariodigitalrd.com

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