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Baní sediento en la calle

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Es increíble que un pueblo tan laborioso y pacífico como el banilejo se haya lanzado a las calles, como lo hizo ayer, porque a sus casas y a sus generosos surcos y crianzas no llega el agua de sus ríos, arroyos y canales. Es increíble que una de las provincias más productivas del país se declare a viva voz, como lo hizo ayer, en estado de emergencia, porque se muere de sed. Y no la mata la sequía, sino la irracionalidad de una burocracia insensible, carente de inteligencia y sentido de justicia, que manda el agua de Valdesia hacia la Capital del derroche de millones de galones cada día. En verdad, es increíble.

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Ramón Colombo

Ramón Colombo

Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.

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