FOGARATE: La reforma ideal
Si hay alguna manera de que con una buena reforma constitucional podamos lograr que cada uno de los habitantes de este territorio (que no ciudadanos) piense a la hora de votar; si pudiéramos garantizarnos que nadie venderá su voto por un plato de comida; si pudiéramos lograr que la inconsciencia o estupidez colectiva pueda ser liquidada por algún artículo de la tan traída y llevada Carta Magna; si, en fin, pudiéramos consagrar la idea de que cada quien vote con ideas, entonces que se reforme esa cosa. Pero, si no es posible, entonces que dejen la vaina así, pues da lo mismo Juan que Juana, o su hermana.
Ramón Colombo
Soy periodista con licenciatura, maestría y doctorado en unos 17 periódicos de México y Santo Domingo, buen sonero e hijo adoptivo de Toña la Negra. He sido delivery de panadería y farmacia, panadero, vendedor de friquitaquis en el Quisqueya, peón de Obras Públicas, torturador especializado en recitar a Buesa, fabricante clandestino de crema envejeciente y vendedor de libros que nadie compró. Amo a las mujeres de Goya y Cezanne. Cuento granitos de arena sin acelerarme con los espejismos y guardo las vías de un ferrocarril imaginario que siempre está por partir. Soy un soñador incurable.
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